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La Familia, Núcleo Fundamental
Autor
Manuel Alejandro Cornelio Utrilla

 

Es pues la importancia de la familia, no como un fin último de la vida sino como un medio, un camino de desarrollo y plenitud, santuario de la vida[1] , escuela y ámbito de encuentro y comunión para el ser humano, cenáculo de amor, Iglesia doméstica y también es el camino de la Iglesia, pues siendo el hombre el camino de la Iglesia[3] , la familia, donde viene al mundo el ser humano, es también camino de la Iglesia[4] .

Las familias deben desarrollarse y realizarse mediante la forma en que Dios mandó que el hombre y la mujer se unieran para formar la comunidad de vida y amor que es el matrimonio (cf. Gén. 2,19-24).

Hemos visto que la familia “es víctima de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla”[5] mediante diferentes formas. Esto es sin duda uno de los causantes de los diferentes estragos que tenemos en nuestra sociedad actual, pues muchos de los problemas sociales que hoy se tratan de controlar se derivan principalmente de problemas familiares, que a su vez son efecto de un matrimonio mal fundamentado, matrimonio que no está basado en el amor verdadero que solo proviene de la suprema fuente de amor, de Dios, en la Unidad de la Santísima Trinidad.

Es importante comprender cuál es la importancia de la familia, uno de los dones más preciados de Dios. Y es un don tan precioso porque forma parte del plan de Dios para que todas las personas puedan nacer y desarrollarse en una comunidad de amor, ser buenos hijos de Dios en este mundo y participar en la vida futura del Reino de los Cielos.

Este don tan precioso que Dios ha dado el hombre ha entrado al siglo XXI en graves problemas, pues se han acrecentado las parejas de hecho, y de esta manera han disminuido los matrimonios, que constituyen la expresión pública de la unión ante los hombres, pero sobre todo ante Dios, de quien se recibe la bendición para que el matrimonio sea duradero y la familia se mantenga sana, armónica y perfectamente integrada.

La familia tiene la misión de revelar, custodiar y comunicar el amor. Ese amor es el reflejo del Amor de Dios a los hombres y del Amor de Cristo a su Iglesia. Sólo en un ambiente amoroso puede el hombre aprender a desplegar plenamente su personalidad y alcanzar la meta que Dios propone a todo hombre: la santidad. La familia es el medio querido por Dios para que los hombres colaboren ordenadamente en su decreto Creador y Salvador [6].

Es pues solamente en una familia fundada en el amor donde todo hombre puede alcanzar su máximo desarrollo intelectual, social, espiritual… y donde en sí puede desarrollarse de manera correcta. Una familia es la unión de un hombre y una mujer para procrear la especie, y no es posible que en la actualidad se esté aceptando como “familia” la unión de personas del mismo sexo, pues como podemos observar claramente, primero va contra las leyes naturales, leyes que son de Dios y que son plenamente comprensibles para cualquier persona sea del color, país, idioma que sea. Además debemos comprender que la maternidad y la paternidad son actitudes complementarias biológica y psicológicamente y es muy difícil que una pueda sustituir alguna de estas, es más difícil que un hombre pueda sustituir a una mujer en su papel de madre o viceversa. Y aun más allá de estas complicaciones de carácter biológico y psicológico tengamos en cuenta el grave trauma que causarían a los hijos que adoptasen estas parejas.

La familia, núcleo fundamental de la sociedad, del ser humano y de la Iglesia, debe ser respetada en el orden natural que tiene desde el principio de los tiempos, y debemos tomar como ejemplo a la familia de Nuestro Señor y Salvador Jesús, con San José y su madre la Virgen Maria, que nos da un claro ejemplo de cómo debe ser la autentica familia, con perfecta cohesión y comprensión entre los padres y el respeto y obediencia decidida de los hijos.

Debemos pues intentar salvar este núcleo fundamental de todas las sociedades que se encuentra en la familia y no dejar que se desvirtúe el verdadero orden y significado de la familia, que no solo es que se encuentren juntas unas personas, sino que es la sana convivencia de padres e hijos en perfecta armonía y llenos del amor de Dios para conseguir una felicidad que comienza en este mundoy salta a la vida eterna.

Notas:

1. Christifideles Laici, 40
2. Santo Domingo, Mensaje, 40; Santo Domingo, 210 (título), 214 y 297
3. Redemptor Hominis, 14
4. Carta a las Familias, 2
5. 39. Santo Domingo, 210. El documento habla de «los ataques a la familia» entre los males que aquejan a Latinoamérica
6. CATECISMO DE LA FAMILIA Y DEL MATRIMONIO (PP. Fernando Castro y Jaime Molina)

 
 
 Fuente:

 materunitatis.org

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