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La familia |
Autor |
Camilo Valverde Mudarra |
La familia es la célula viva del cuerpo social, si se ataca y
destruye, se desmorona la sociedad y quedará expuesta a la barbarie. La
familia es el núcleo primario de ayuda mutua y de educación de los hijos
en virtud del sacramento del matrimonio. Ya lo expresaba el Vaticano II:
“los cónyuges se ayudan mutuamente a erigir su amor fecundo y a
fortalecer la educación de los hijos en la unidad, consorcio del cual
procede la familia (LG 11).
La verdadera familia se fundamenta en oír la palabra de Dios y
cumplirla en la práctica del día a día. La familia ha de fundamentar la
unión, huir de estorbos y desvíos, prever los peligros y rupturas; y
poner amor, donde no haya amor, en la entrega diaria.
El matrimonio tiene sus raíces en la creación. “Desde el
principio, el Creador los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por esto, el
hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los
dos una sola carne’. De forma que ya no son dos, sino uno solo” (Mt
19,4).
Pero, "Moisés permitió el repudio y el libelo de
divorcio", le dijeron, a Jesús y Él contestó: Ello se debe a la
“dureza del corazón humano”. La rudeza que lleva a la violencia. La
impiedad, la obstinación en el egoísmo y el hedonismo personal y social
crean situaciones irreversibles y tan difíciles para la convivencia, que
hacen precisa la separación y el divorcio; que siempre será mejor que
mantener el insulto, la vejación, la rabia enquistada y, al final, el
triste desenlace de la sangre y el asesinato.
Por ello, se ha de estudiar muy detenidamente la elección y no
dejarse cegar por los halagos y entusiasmos enamoradizos del principio.
Aquel que, olvidó sus palabras de amor o engañó, a la mujer, con falsos
requiebros y quemó su amor en el odio y en el desprecio, es mejor
separarlo y detenerlo. Hay hábitos y tendencias del carácter que, con la
observación, se detectan y muestran los posibles problemas que seguro
vendrán. Y, en ese primer momento, que es más fácil y menos doloroso,
se debe cortar y marchar cada uno hacia otros horizontes y caminos.
La familia está formada por los miembros que conviven en un hogar.
El núcleo vital radica en el matrimonio; es el germen natural de la
familia que abarca a todos aquellos que, de alguna manera, están ligados
con los cónyuges. En
esa unidad matrimonial, nacen los hijos, nuevos ciudadanos que forman y
engrosan la sociedad humana. Los padres, en el seno familiar se aprestan a
dar la formación humana, intelectual y profesional que los capacite para
vivir el respeto, la libertad y la responsabilidad en un clima de amistad,
confianza y comunicación.
La familia ha de proporcionar a los hijos los conocimientos y
actitudes que necesitan para ser hombres de bien y los recursos que
requieren su crecimiento y desarrollo intelectual y moral.
La madre es el principio conformante de la familia, en la que se
establece un vínculo tan estrecho y envolvente que varios, padres e
hijos, constituyen un “unum”, una entidad integral. A. Artous
establece que al ser las mujeres las que aportan los elementos
constitutivos de la sociedad, disponen de una trascendental capacidad para
incidir en los asuntos sociales por su poder reproductor.
La institución natural
del matrimonio constituye el proyecto extraordinario de la unión de vida
en común robustecida por el amor. La familia es comunión, solidaridad y
participación. Esta unidad
vital enraizada, incrustada en el afecto y el cariño es la familia. Es
protección, seguridad y alegría. La familia es abrazo y roce. Imparte
comprensión y vive el sufrimiento; y ello juntos, entroncados, insertos
en una sola entidad. Lo que afecta a uno, afecta a los demás. Ese cordón
umbilical de la inserción por el amor es la fuente generativa que da vida
y educa a los hijos. La
unión natural y la comunión de vida robustecen al niño y le
proporcionan las defensas que precisa ante las enfurecidas olas de la
vida. Sin embargo, en el espacio que respiramos, la introducción de
novedades nocivas y las maniobras laicistas y paganas instilan su
tendencioso virus destructivo en el matrimonio y la familia. Cervantes en
su inmortal “Don Quijote de la Mancha”, afirma: “Es razón
concluyente que el intentar las cosas de las cuales antes nos puede
suceder daño que provecho, es de juicios sin discurso y temerarios” (P.
I: Cap. 34). La lección es exacta. Causar el daño y destruir jamás
beneficia; es propio de necios e ignorantes. El que dilapida su estructura
patrimonial busca veloz su miseria y la de los suyos.
La familia es el sostén y fundamento esencial y primario del
espacio social. Aquellos que llenos de ignorancia y maldad la minan y
destruyen acarrean la debacle a la nación, a la sociedad y se aniquilan a
sí mismos. La familia, sustentada en poderosas raíces de paz, amor
generoso y sana convivencia es el ramaje floreciente y fructífero, núcleo
primario de una fértil ciudadanía engarzada en la colaboración, la
caridad y el crecimiento virtuosos de los hijos en virtud del compromiso,
de la decisión voluntaria y libre en la responsabilidad del matrimonio.
Déseme un pueblo rebosante de caridad, servicio y solidaridad y
levantaré un edificio social feliz, justo, libre y próspero. |
Fuente: | autorescatolicos.org |
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