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Familia comunidad de personas 
Autor
 Equipo de redacción de RevistaOnLine, San Pablo, Arg

 

La historia muestra, a lo largo de los años y en diferentes civilizaciones, distintos tipos de familia: patriarcal, matriarcal, monogámica, poligámica, poliándrica…

En alguna de esas modalidades, la autoridad la asumía una sola persona, el padre o la madre, y los demás se sometían a sus decisiones e incluso, en algunos casos, a sus caprichos.

A medida que fuimos creciendo y madurando como humanidad, se fue afianzando la idea de familia como comunidad participativa donde cada miembro tiene su lugar y se lo respeta como persona.

De acuerdo con su edad, con sus posibilidades y con sus habilidades, cada uno hace su aporte al grupo y colabora con todos los demás.

Tanto la familia pequeña –padres e hijos– como la familia grande –abuelos, tíos, primos, suegros, cuñados– tienden a unirse como un grupo más estrecho, con mayor colaboración entre sus miembros.


La idea de comunidad se va haciendo cada vez más fuerte, y eso ayuda a que se genere un diálogo más profundo entre todos, a que se conversen temas que antes eran "tabú", y a que se pueda tomar decisiones en conjunto.


La familia-comunidad no sabe de egoísmos, no conoce la competencia entre sus miembros, no permite las peleas fuertes ni da lugar al odio o la bronca.

No es un sueño imposible; es cierto que, en numerosos casos, se percibe la fragmentación familiar, no obstante, es posible revertir esa tendencia. Actualmente, resulta muy sencillo hablar de los desvalores o antivalores de la sociedad: egoísmo, mala competencia, exacerbación del placer sensual, sexo sin amor, autoritarismo, intolerancia, superficialidad, idolatrización de la moda, falta de compromiso, etc.

Sin embargo, no es cuestión de cargar las tintas sobre lo negativo y funesto, sino, más bien, de subrayar lo positivo que podemos encontrar en los valores sanos que se mantienen inalterables: la confianza, la amistad, la solidaridad, la generosidad, la autenticidad.

Justamente, la familia es el núcleo social donde se pueden vivir estos valores a fondo y convertir la convivencia en una verdadera escuela de amor para el futuro.

Quien se acostumbre a rechazar y repudiar, naturalmente, cualquier forma de coima, soborno y corrupción logrará aplicar esa manera de ser cuando se inserte en el mundo.

Vivenciar, en la familia, los valores y principios que promueven la vida es el primer paso para comenzar a ponerlos en práctica en el trabajo, el estudio, el comercio…

La familia-comunidad es la semilla de una sociedad mejor y de un pueblo que puede ser más fraterno y solidario.

 
 Fuente:

san-pablo.com.ar

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