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Armonia conyugal
 
Autor
Padre Jorge Loring S.J

 

… la máxima felicidad en el mundo está en el amor.

…Hay gente que confunde el amor con la lujuria, influenciados por la televisión y por el cine, donde parece que el amor es lo mismo que la lujuria. Sin embargo, son cosas diferentes. Y hay jóvenes que cuando piensan en el matrimonio lo ven como una liberación sexual. Ellos piensan que una vez que se casen, se acabó la abstinencia sexual, y ya con eso, van a ser felices. Y no es así. En el matrimonio lo más importante no es el sexo sino el amor. Y no es lo mismo.

Es verdad que en el amor entre un hombre y una mujer se incluye el sexo. Pero puede darse sexo sin amor. Ahí tenéis a las prostitutas. Nadie ama a una prostituta. Los hombres van con ellas a desahogar su instinto zoológico, pagan y se van. De amor nada. De amor cero.

…¿Cómo podemos definir el amor? Hay muchas definiciones. A mí una de las que más me gusta, quizás por la categoría del autor, es la de Aristóteles. Aristóteles define el amor como «la capacidad de sacrificio en bien de la persona amada». Tanto amas cuanto eres capaz de sacrificarte en bien de la persona que amas.

Quoist lo ha expresado bellamente así:

- Si te extasías ante su belleza, eso sólo no es amor: es admiración.
- Si sientes palpitar tu corazón en su presencia, eso sólo no es amor: es sensibilidad.
- Si ansías una caricia, un beso, un abrazo, poseer de alguna manera su cuerpo, eso sólo no es amor: es sensualidad.
- Pero si lo que deseas es su bien, aun a costa de tu sacrificio: enhorabuena, has encontrado el verdadero amor.

Ése es el verdadero amor: sentirse feliz sacrificándose en bien de la persona amada. Pero no instrumentalizar a otra persona para satisfacer los propios apetitos. Eso es egoísmo. De amor, nada.

«Muchos matrimonios fracasan porque los casados siguen viviendo su individualidad, y en el matrimonio hay que vivirlo todo "con y para" el otro. Para que un matrimonio vaya bien hace falta la colaboración de los dos. Pero para hundirlo, basta con uno. El matrimonio no es un contrato de servicios sino "una comunidad de vida y amor", como dice el Concilio Vaticano II.

El continuo choque de opiniones, gustos, deseos, planes, etc., convierte el matrimonio en un infierno. No es posible coincidir siempre en todo. Pero si quieres a una persona, de buena gana aceptarás lo que ella prefiere. Cuando los dos quieren dominar, el choque es inevitable. Cuando los dos procuran adaptarse, la armonía es maravillosa. No basta que los cuerpos estén juntos, si las almas están separadas».

Una cosa que a veces falta en los maridos es agradecimiento a su mujer. Debe ser agradecido a los desvelos de su mujer por atenderle a él, a la casa y a los hijos. Hay maridos que nunca agradecen a su mujer lo que ella hace. Sólo abren la boca para protestar. Si un día la comida está sosa, el marido protesta. Pero los otros cien días que la comida estaba buena, no dijo nada. Es muy triste, y además peligroso, que la mujer, con frecuencia, recibe más elogios de otros hombres que de su marido.

El amor vale más que el dinero. Si la esposa se considera criada, es que no ama. Y el marido debe reconocer el amor que ella pone en todo y agradecerle sus desvelos por tenerle contento a él y el hogar acogedor. Y no es que él no la quiera. ¡Claro que la quiere! Pero la quiere a su modo. Le demuestra su amor matándose a trabajar para llevar a casa un dinerito. Se desvive trabajando para sacar la familia adelante. Así manifiesta él su cariño. Pero a la mujer le gusta oírle a él que está contento, que las cosas están bien, que todo está a su gusto. Los hombres que sólo hablan para protestar son injustos.

… Al hombre le gusta que su mujer lo valore y lo estime. Hay otras que tienen celos del trabajo de su marido. La mujer se enfada si el marido al volver de la factoría se encierra en su despacho a estudiar un proyecto, porque es ingeniero. O si llega tarde a casa, porque es médico y se le han complicado las cosas en el quirófano. O si después de llegar de la factoría se va por ahí a hacer chapuzas para completar su sueldo, porque es obrero. Y ella quisiera tenerlo todo el día a su lado haciéndole monerías. Hay mujeres acaparadoras. No quieren que su marido se mueva de su lado. Eso no puede ser.

… La felicidad espiritual es muy superior al placer físico.

Pongo un ejemplo que creo es muy claro. Si a un hombre, en mitad de la plaza, le pegan un bofetón en la cara, a él le duele más lo que tiene el bofetón de humillación que el dolor en la cara. Le han abofeteado delante de sus amigos y compañeros. Eso le ha humillado y la humillación le duele más que el dolor en la cara, pues la humillación es de tipo espiritual. No es algo físico. El dolor en la cara es de tipo físico y lo espiritual le duele más que lo físico.

Pues lo mismo pasa con la felicidad. La persona humana es mucho más feliz con el amor espiritual que con el amor físico. Lo triste es que muchas personas no han descubierto el amor espiritual.

Pero sobre todo hay que tener en cuenta que lo que hace más feliz al matrimonio es la unión espiritual. Que Cristo esté presente entre ellos. Dios no estorba nunca. Los que echan a Dios de su matrimonio corren el peligro de hacerlo fracasar. Muchos matrimonios han fracasado porque allí no estaba Cristo. Las virtudes que Cristo predica y Cristo enseña son una garantía de la armonía conyugal. Con Dios se arreglan muchas cosas que sin Él no tienen arreglo.

…Tengo una frase que suelo decir en otro contexto, pero que puede venir bien aquí: «Las espinas pinchan cuando se pisan, no cuando se besan». Bonita frase. No es mía, pero la repito con frecuencia. Los dolores de la vida son inevitables. Todo el mundo tiene algo que sufrir. Si doy coces contra el aguijón, me hago daño. Pero si lo acepto por amor a Dios, sufro mucho menos.

P. Jorge Loring
Extracto de la charla: "Armonía conyugal"

 
 Fuente:

pensamientocatolico.blogspot.com

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