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“La amistad de padres e hijos es un valor importantísimo”
Autor
Paola Binetti

 

Paola Binetti es senadora italiana y Presidenta de la Sociedad Italiana de Pedagogía Médica. El pasado fin de semana participó en el III Simposio “San Josemaría y la familia” en la ciudad de Jaén

¿Cómo han influido los escritos de San Josemaría en esta nueva concepción de la familia? 

Las enseñanzas de San Josemaría guardan un profundo interés, siempre que no las convirtamos en un slogan, sino que profundicemos en ellas. La amistad de padres e hijos es un valor importantísimo; lo mismo que la responsabilidad con la que quiso que los padres pusiesen en marcha los colegios como realidades educativas en la que los padres ocupan un lugar primordial. 

San Josemaría decía: “primero los padres; segundo, los profesores; en tercer lugar, los alumnos”. Para mí ese “primero, los padres” tiene un caudal de enseñanzas en el que todavía no se ha profundizado lo suficiente. No basta con que sean los dueños o los responsables económicos del colegio; se trata de que sean realmente los primeros responsables de la formación de sus hijos. 

Vd. es experta en neuropsiquiatría. Los expertos dicen que cada vez se multiplican más las enfermedades de los niños. ¿Cuáles son las carencias más graves que ve en la educación?

Pienso que los valores fundamentales de la educación no han cambiado, sino el contexto cultural en el que vivimos han aparecido, junto a valores positivos, algunos antivalores como son el relativismo, el consumismo y el individualismo. 

Ante el relativismo, hay que dar a los jóvenes convicciones profundas, que puedan asumir tanto en su modo de pensar como en su conducta. No basta con pensar bien: en el mundo actual es fácil caer en cualquier tipo de manipulación. No basta con que los jóvenes tengan “ideas claras”: deben saber defenderlas en contextos sociales y culturales muy diversos a los de sus padres. Para eso sus padres deben dedicarles mucho tiempo. No basta con la “pedagogía del anuncio”; tienen que darle una formación mucho más profunda: sus hijos deben asumir esos valores personalmente; no basta con que únicamente los respeten porque sean los valores de sus padres. 

Luego está el individualismo, que pretende que se legalice cualquier apetencia. Si me gusta, ¿por qué no lo puedo hacer? Esa es la lógica que subyace en la defensa de la droga y de la homosexualidad. El “yo” que desea convertirse en ley obligatoria para todos. La formación de los jóvenes en este sentido no pueden reducirse a una simple enunciación del problema: hay que conseguir que lo comprendan en toda su complejidad. 

Esto se pone de relieve, por ejemplo, con los llamados divorcios-express. La gente parece incapaz de mantener unos compromisos fuertes, en la amistad, en las relaciones sociales… Las relaciones se han vuelto muy frágiles. Y este individualismo se manifiesta también en lo que podríamos llamar “relaciones virtuales”: en los videojuegos por ejemplo.

Y luego están los problemas que son fruto del consumismo. Los niños disponen de demasiado dinero. Compran lo que quieren, y se convierten en unos consumidores privilegiados: esto se observa en la publicidad que se dirige específicamente a ellos. Hay que dar un sentido distinto al consumo, y volver a despertar entre los chicos una conciencia social alta, haciéndoles ver las penalidades que sufren muchos niños del mundo: en el extranjero, y en el extrarradio de su propia ciudad.
 
 Fuente:

.opusdei.es

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