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Autoridad paterna y educacion de los hijos
Autor
Padre Mariano Esteban Caro

 

Entre no pocos padres se ha extendido la idea de que para que su hijo llegue a ser él mismo necesita una total autonomía de opiniones, creencias y opciones de vida. Ellos mismos se prohíben incluso enseñar al hijo cómo debe comportarse. Son de hecho simples amigos de sus hijos (“colegas”) y meros acompañantes sin influencia alguna en su crecimiento. Han renunciado al ejercicio de la verdadera autoridad paterna.

La realidad es que los niños y jóvenes no viven en una burbuja. Si los padres no transmiten a sus hijos los valores fundamentales de la vida, otros moldearán su personalidad: la escuela, los medios de comunicación, los ídolos juveniles, la pandilla o los grupos ideológicos y económicos.

La educación de los hijos es fundamental para construir la comunidad familiar. Los padres no pueden renunciar a la autoridad paterna, que han de ejercer como un servicio al bien de sus hijos y ha de estar ordenada “a hacerles adquirir una libertad verdaderamente responsable”, decía Juan Pablo II en su Exhortación sobre la Familia (FC 21). Ni pueden mantener los padres “una presencia menor en la acción educativa” de sus propios hijos (FC 25). Por su parte, los hijos contribuyen a la edificación de una verdadera familia mediante el amor, el respeto y la obediencia a sus padres (FC 21).

El derecho-deber educativo de los padres, esencial y primario, es también insustituible e inalienable. “No puede ser totalmente delegado o usurpado por otros” (FC 36). Con confianza y valentía los padres tienen la obligación de transmitir personalmente a sus hijos los valores esenciales de la vida: el sentido de la verdad y de la justicia, el respeto a la dignidad de la persona, el sentido del verdadero amor, como servicio solidario a la sociedad, y como entrega de sí mismos. Sin olvidar una adecuada educación sexual de sus hijos, que también es un derecho-deber fundamental de los padres y que “debe realizarse siempre bajo su dirección solícita, tanto en casa como en los centros educativos” (FC 37).

El amor paterno y materno es el elemento fundamental del derecho-deber educativo de los padres. Es fuente, alma y norma de toda la acción educativa en el seno de la familia, que implica dulzura y bondad, pero también constancia y espíritu de sacrificio (FC 36) en la transmisión eficaz de los valores esenciales para el crecimiento integral –no sólo físico- de los hijos.
 
 Fuente:

autorescatolicos.org

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